Resultado de imagen para vela encendida

Ser manifestación de Dios en nuestros proyectos

En este día de la Epifanía del Dios Nacido en Belén y nacido en nuestros corazones, todos los signos son de luz, de anuncio, de brillo y de elección para el nuevo reino del Padre.

Comencemos llenos de entusiasmo un nuevo trabajo, proyecto o  una nueva relación que trae sus propias esperanzas y expectativas. No podemos permitir que el desánimo o la tristeza nos impidan actuar. Los grandes proyectos requieren de un trabajo constante. Las grandes obras se componen de pequeños esfuerzos que se realizan todos los días. Pero también es importante sentarse a meditar en qué queremos lograr y hacia donde esperamos ir. Si no tenemos la constancia y la lucha diaria de construir las cosas grandes con pequeños detalles, nos quedaremos colocando primeras piedras, pero no acabaremos nuestras obras.

Poner la última piedra es la culminación que nos brinda paz y una conciencia serena. Quienes siempre emprenden pero nunca terminan acaban desanimándose y llegando a un conformismo mediocre que no es sano.

Pero nuestros proyectos siempre deben exigirnos un poco más de lo que podemos hacer. Todos los seres humanos tenemos limitaciones que vamos conociendo con el paso del tiempo. Un joven es mucho más soñador que un adulto. Los jóvenes con frecuencia se establecen metas demasiado altas, poco acordes a sus posibilidades reales. Por el contrario, a veces las personas mayores tienden a ser más pesimistas, pues se han dado cuenta de que la vida no es tan sencilla y que los sueños son difíciles de materializar.

Pero ninguna de las dos actitudes es sana: ni la del joven que no mide sus posibilidades, ni la del adulto que deja de soñar. Tener una actitud equilibrada significa plantearnos metas un poco mayores de lo que sabemos que podemos hacer, y asegurarnos de poner la última piedra. Y una vez que lo logremos, volver a empezar haciendo planes, proyectos y fijándonos nuevas metas, cada vez más altas.

Podemos sentir desánimo porque nosotros no pudimos hacer lo que queríamos, y es lógico. Sin embargo nunca debemos olvidar que si lo que emprendemos no lo hacemos solo para nosotros, ni solo nosotros, sino haciéndolo para la Gloria de Dios y contando con su ayuda, lo lograremos., debemos hacer nuestro mejor esfuerzo, y confiar en que Dios suplirá lo que nosotros no podemos hacer.

Si nosotros hacemos nuestro mejor esfuerzo y se lo ofrecemos a Dios, Él se encargará de ayudarnos a concluirlo.

No poner ni solo la “primera piedra, ni solo la “última piedra” sino muchísimas, que el culminar nuestras actividades o proyectos se convierta en un hábito, y no en una excepción.

Concluyó  un año e iniciamos otro.. Y es el momento no solo de hacer propósitos, sino de hacer nuestro esfuerzo humano, pero nunca olvidar que si realmente queremos poner la última piedra, debemos pedir la ayuda de Dios y Él no nos la negará. Pero en nuestra casa, trabajo o grupo apostólico tenemos que irradiar la luz de Jesús,

Pidámosle a Nuestra Madre María que interceda  para que este año que comienza tenga muchos y muy buenos propósitos, pero que sobre todo tenga muchas buenos finales con frutos que lleven una mejora en la sociedad.

Gerardo Merced Flores Domínguez                 Ene 5 2020