Quiero compartir con ustedes algunos aspectos sobre el llamado  a la santidad que el Papa Francisco nos enseña en su Exhortación Apostólica  Gaudete et Exsultate, Alegraos y Regocijaos.

Dios nos llama a todos a ser Santos. “Sean santos como Yo soy Santo”

No se trata de desalentarse cuando uno contempla modelos de santidad que le parecen inalcanzables. Hay testimonios que son útiles para estimularnos y motivarnos pero no para que tratemos de copiarlos, porque eso podría alejarnos del camino único y diferente que el Señor tiene para cada uno de nosotros. Lo importante es que cada uno discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí mismo, aquello tan personal que Dios ha puesto en nosotros y no desgastarnos en imitar algo que no ha sido pensado para nosotros.

Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, o religiosos. Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de alejarse de sus ocupaciones ordinarias para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados  a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, ahí donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrado? Se santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estas casado? Se santo amando y ocupándote de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres soltero? Se santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre? Se santo enseñando con paciencia a tus hijos a seguir a Jesús. ¿Eres Jefe? Se santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales.

Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad. Deja que todo esté abierto a Dios, para ello opta por Él, elige a Dios una y otra vez. No te desalientes porque tienes la fuerza del Espíritu Santo que hará posible tu santidad.

 

 

José Rosario González Nuño